La ruptura de la pareja tiene un enorme impacto en la trayectoria familiar, no solo en la estructura del sistema y en las relaciones entre sus miembros, sino también a nivel individual.
A pesar de los efectos negativos que esta ruptura puede conllevar, no podemos pasar por alto que, en ocasiones, sobre todo en situaciones o contextos altamente conflictivos, la ruptura puede suponer alivio y posibilidad de un cambio positivo que permita un aumento del bienestar percibido. Para que esto ocurriera debería haber una adecuada gestión por parte de los cónyuges de los aspectos emocionales y legales, lo cual no siempre es sencillo.
Con la ruptura, la familia no desaparece ni se destruye, cambia y obliga a que cada miembro elabore su propio duelo ante la pérdida vivida. Emerge una nueva estructura, que cada persona deberá comprender y asimilar, lo que requerirá un proceso de adaptación a esta nueva organización, proceso que puede requerir de un tiempo diferente para cada uno de los implicados, en función de su salud mental e inteligencia emocional y de sus circunstancias.
La mayoría de autores exponen la existencia de 3 fases que enmarcan el proceso de separación:
1.- Pre-divorcio / pre-ruptura
2.- Divorcio
3.- Post-divorcio
- Pre- divorcio: el “antes”. La ruptura no tiene lugar de la noche a la mañana, no se inicia cuando se verbaliza “quiero el divorcio”, sino que, por lo general, al menos uno de los miembros de la pareja lleva tiempo dándole vueltas antes de exponerlo a la otra parte. Antes de esa frase, hay muchas diferencias, conflictos, desilusiones,… La manifestación de ese deseo o necesidad es un momento clave y puede significar un alivio para ambos o algo difícil de digerir.
- Se identifican dos subfases: la primera estaría marcada por sentimientos como la desilusión, tristeza, ansiedad, resentimiento, carencia de reciprocidad y desconfianza y una segunda en la que, una vez la primera se ha superado, son comunes sentimientos como la desesperación, angustia, baja autoestima, depresión, sentimiento de pérdida,…
- Divorcio: el “durante”, es en esta etapa donde, por lo general, se resuelven cuestiones legales. Caracterizada por un mayor distanciamiento emocional y raramente irreversible, en donde el deseo (por parte de quien ha tomado la decisión) es que todo acabe lo antes posible, la necesidad e incluso la impaciencia por avanzar es grande a pesar de la incertidumbre por lo que está por llegar. Es habitual que ambos se sientan victimizados por la otra persona.
Se pueden identificar 5 fases diferentes dentro de ésta:
a- Divorcio legal
b- Divorcio económico
c- Divorcio coparental
d- Divorcio social o comunitario
e- Divorcio religioso o espiritual
- Post-divorcio: el “después”, es una fase de reequilibrio. Si ha habido una gestión saludable en las fases anteriores, supondría la elaboración psicológica positiva de la ruptura, la aceptación y adaptación a las nuevas rutinas, horarios, viviendas, amistades, economías,… Se va recuperando y reconstruyendo la identidad, autoconfianza y la independencia emocional y económica.
Como hemos dicho, la ruptura supone un proceso personal en el que tienen influencia factores como:
- Quién toma la decisión de separarse: se dan sentimientos, actitudes y dinámicas distintas en función de si ocupamos el rol de quien inicia la separación o de quien recibe la decisión de ruptura.
- El motivo de la ruptura: no es lo mismo que la ruptura tenga lugar por la aparición de terceras personas, como que el motivo haya sido que se haya acabado el sentimiento amoroso.
- Inteligencia emocional y autoestima de cada uno de los miembros: cuanto mayor sean, más fácil será la adaptación a la nueva realidad.
- Nivel de apego hacia la otra persona, cuanto mayor sea el apego, por lo general, más costoso se hará el proceso d separación.
- Creencias sobre la separación: será diferente si se vive como un fracaso que como una oportunidad de aprendizaje y crecimiento personal.
- La forma: si ha habido oportunidad de diálogo o explicación o no.
- Impacto a nivel personal: en relación con las consecuencias a nivel económico, familiar, de amistades,…
- Edad y circunstancias personales, no es lo mismo una ruptura a los 20 años, que a los 40, que a los 60, por ejemplo.
- Existencia de apoyo familiar y/o de amistades o no. El sentimiento de apoyo y de poder contar con personas durante la ruptura puede ser de gran ayuda.
- Presencia o ausencia de hijos.
Acepta que la ruptura de la relación es como una montaña rusa de emociones muchas veces contradictorias. Supone un proceso de ajuste emocional en el que diversas emociones luchan entre sí. Sea lo que sea, tristeza, ira, dolor, culpa,… Permítete sentir lo que sientas.
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